Las organizaciones acreditadas deben asumir la responsabilidad directa por las acciones de sus evaluadores y personal involucrado en los procesos de certificación. No podemos permitir que las malas prácticas sean consideradas solo problemas individuales; afectan la confianza en todo el sistema.
Para ello, es necesario implementar sanciones claras, desde advertencias hasta la revocación de acreditaciones, cuando se detecten violaciones éticas. Así, promovemos una cultura de transparencia y compromiso con altos estándares profesionales.
Es esencial desarrollar un código de ética aplicable a todas las personas que participan en los procesos de acreditación y evaluación de la conformidad. Siguiendo ejemplos como el Código de Ética del IESBA o el de la WADA, este código garantizaría estándares de conducta uniformes y facilitaría la evaluación entre organismos de acreditación.
Este código debería estar integrado en las normas de acreditación, como ISO/IEC 17011, y en los actuales procesos de revisión de ISO/IEC 17024 y ISO/IEC 17020.
Para mejorar la efectividad de las auditorías, cada organización acreditada debería contar con un gestor responsable (similar a la figura del Partner en auditorías financieras). Esta persona asumiría la responsabilidad total del proceso de certificación, asegurando que las auditorías se realicen con el tiempo y el enfoque adecuados.
Actualmente, la falta de claridad sobre quién es el responsable final dificulta la gestión de errores y la aplicación de sanciones. Definir el papel del gestor responsable aportará mayor eficiencia y rendición de cuentas en nuestro sector.
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